Partido épico el que vivimos en el estadio Nuevo los
Cármenes, donde el Granada desplegó
el mejor juego de toda la temporada. Ahora
sí. Solo hemos necesitado 34 partidos. Ayer el bueno de Lucas Alcaraz variaba de nuevo la formación (otra vez 4-4-2)
solo que añadiendo a Brahimi como
centrocampista por la derecha, y a Ighalo
y El Arabi arriba, alternado estos dos la posición de mediapunta y
hombre de último pase con la de goleador. De ese modo, tanto Demichelis como Wellington se veían perdidos al salir a taparles, pues dejaban su
espalda al descubierto. Una pena que esos espacios no los usásemos más.
En la primera mitad el conjunto local consiguió borrar
al Málaga de Pellegrini del campo gracias a posesiones largas en ataque,
intentando siempre finalizar no dando la posibilidad de contra, y en defensa
estando bien replegados atrás, sin dar huecos. Esto hacia que tanto Isco como Joaquín viniesen muy abajo a elaborar jugada, alejándoles de donde
de verdad eran letales. Además, el Granada no les seguía, sino que les dejaba
tocar cuanto quisieran en zona de tres cuartos, para luego recuperar y salir a
la contra. Muy bien ahí Lucas Alcaraz, ya que aprovechaba las subidas de
los laterales del Málaga, más la nula ayuda de Joaquín e Isco en replegar rápido para
tapar esos huecos. Muy bien el Granada.
Aparte, ayer era el día de dos hombres: Brahimi, que quería reivindicarse como el jugadorazo que es
a base de desborde y asistencias, y de Mikel
Rico. El vasco se comió el solo el centro del campo la primera mitad,
llevando el ritmo del partido y levantando a la grada con sus acciones; lástima
que el fuelle se le acabara a los dos en la segunda mitad. Ighalo se apuntó a la fiesta con un gol de delantero centro
puro. Carrera al primer palo para rematar como sea y que vaya a puerta. Gran servicio
de Brahimi que el nigeriano transformó
con más corazón que sutileza. Se caían los Cármenes.
Se notaba considerablemente la falta de Toulalan en el centro del campo malacitano, donde se vio las
carencias de Iturra y Camacho a la hora de crear juego. El chileno
estaba más preocupado en sorprender en ataque que en tapar las contras locales,
y Camacho se veía desbordado haciendo coberturas por todo el campo a lo
Busquets. Una lástima que el Granada no aprovechara sus ocasiones, pues ni Mikel Rico, ni Brahimi, ni Nolito eran
capaces de anotar y finiquitar el partido. Baptista
sigue sin estar, y es una pena, no solo por el Málaga sino por el futbol. Y es
que ayer el trabajo al que se sometieron Diakhate
y Mainz fue casi nulo. Sólo Pedro Morales aportaba algo nuevo en
ataque, hasta que Isco se puso chulo
en la segunda mitad y campó a sus anchas, llevando cierto peligro a la meta de Roberto.
El Granada se desinfló en la segunda mitad, donde el cansancio
de la primera hacia mella. Ighalo
primero y después Recio se retiraron
con molestias dando paso a Iriney
como bulldozer, que no dejo pasar más a Isco por su zona, y a Aranda. Solo le vi fallar una delante del
portero a dos metros de la portería, nada más. El partido entró en decadencia,
y podríamos catalogar los últimos 20 minutos de coñazo, sino fuera por el susto
de Roque Santa Cruz, que a punto
estuvo de transformar el empate; pero Roberto,
cual portero de futbol sala, estaba preparado para la salida con los pies
Me sorprendió ver como Pellegrini
no moría con todo arriba sabiendo que la Champions se le escapaba, metiendo a Saviola o al menos no quitando a Baptista para jugar con dos puntas. En su
lugar, entraron Lucas Piazón y Duda, o como diría The Special One, fue
a cazar con gato. Lo importante es que al final los 3 puntos se quedaron en
casa, dando un paso más a la permanencia. Esperemos que Lucas se diera cuenta
de cómo se puede jugar a un equipo grande con otro tipo de planteamiento y de
jugadores.
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