Partido vital para ambos conjuntos anoche por una plaza para
la Champions. El Chelsea para asegurarla y el Tottenham para no quedarse fuera.
Las tablas en el marcador colocan a los blues como terceros, con 3 puntos de
ventaja sobre los Spurs, quintos, un tan solo un punto del cuarto clasificado, última
plaza a la gloria, que en estos momento ocupa el Arsenal.
Benítez,
cuyas formaciones basadas siempre en un exhaustivo estudio del rival, sorprendía
con un mediocentro formado por David
Luiz y Ramires. Y es que quizá
a priori, la labor de Ramires como mediocentro es más que cuestionable, y más
para este tipo de partidos. Pero fue su incansable correteo de arriba abajo lo
que le hizo dominador del mediocampo. Luiz solo tenía que mover el balón con
criterio, el otro, crear el caos para que así tanto Parker como Huddelstone
se vieran superados. Otra clave fue Fernando
Torres. El español fue el elegido para este partido crucial, y es que
ayer, con Torres, Benítez quería más ese tuya mía del español con los mediapuntas,
más dominio, más asociación y posesión, para así también hacer que las salidas
de los Spurs empezaran desde más atrás, y con pocos efectivos arriba.
Así vimos como al Tottenham le costaba llegar arriba
cuando recuperaba. Solo un milagro parecía poder lograr que la pelota
llegara hasta el área de Cech, y el
milagro se llama Adebayor. Anoche
con la gran estrella Bale
desaparecida (notable el marcaje de Azpilicueta
y de las coberturas de Luiz y los centrales pendientes siempre del galés) fue el
bueno de Manolito quien se encargó
de mantener viva la esperanza de la Champions para los Spurs. Primero se pegó
una galopada (bien es cierto que desde el centro del campo hasta el área no le
sale nadie a tapar, extraño en los equipos de Benítez) y cuando ya llegó,
exhausto y sin más ganas de correr, al borde del área, se sacó un latigazo que
pilló adelantado a Cech. Golazo.
Previamente, el Chelsea se había adelantado gracias a un
gol de pillo de Oscar. Bien puede ser la jugada más antigua de estrategia,
pero Benítez la sigue haciendo eficaz. Saque de esquina abierto, el tallo de
equipo prolonga al segundo palo donde un tío rápido entra para anotar.
Villas Boas
por su parte había sacado un equipo ofensivo, con extremos puros (Lennon derecha y Bale izquierda), un mediapunta (Holtby, proveniente del Schalke 04 en estas navidades) y Manolito arriba. Buscaba quizá el
achante de los laterales del Chelsea a subir, pero claro, si tu mediapunta no
ayuda a defender, y aun no tiene el físico necesario para este tipo de
contiendas, mal vamos. Aparte, que igual se creía que Benítez es nuevo en esto
de entrenar y que le entraría realmente el canguele; no fue así. Ojiplatico me
quedé al ver que no jugase ni un solo minuto Defoe, su delantero estrella, ni
siquiera cuando les va la vida en ello. Su doble pivote se veía siempre
superado, ya que tanto Mata,
como Hazard y Oscar bajaban también a recibir, abandonando su posición de tres
cuartistas.
A pesar del empate, la dinámica del partido no se movió. El Chelsea
seguía dominando el choque, y quizá acusa demasiado el exceso de mediapuntas,
pues a veces, abusa como el Barsa y llega a línea de fondo para seguir tocando,
no centran, como si prefirieses usar siempre el pase corto como premisa para
marcar.
Antes del descanso llegaría le segundo de los Blues. Tras
una buena jugada de Torres
que gana en velocidad a su par, sirve una pelota a Ramires, que llegaba de segunda línea sin oposición para
batir a Lloris. Benítez planteó a Torres para que los centrales del
Tottenham le siguiesen, y el español, afincado en el juego asociativo, alejado
de ese Torres de área del Liverpool, dejaba huecos a sus espaldas, aprovechados
por sus compañeros; en este caso Ramires.
Se escapaba la Champions del White Hart Line, hasta
que Villas Boas volvió a ser fiel a su estilo. Introdujo a Dempsey por Holtby y a Sidgursson
por Lennon, quitando así un extremo puro para combatir esa inferioridad en la
medular, y añadiendo más mordiente arriba. Funcionó. Y es que tras un
sensacional dejada de tacón de Manolito (en posible fuera de juego), el islandés
fusiló a Cech estableciendo el definitivo empate en el marcador.
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