Partidazo
el que nos regalaron el Bayern de
Munich y el Arsenal la
pasada noche en el Allianz Arena,
donde pese a la eliminación gunner (otra más en octavos, y ya llevan varias
seguidas) el equipo de Wenger dio
la cara y a punto estuvo de dar la sorpresa. El choque de anoche enfrentaba
a dos equipos que les gusta eso de tener la posesión, tener un 9 no estático,
que participe, extremos rápidos que tienden a irse al medio y laterales
ofensivos.
Que el
resultado no les confunda, pues el Arsenal no fue tan superior al Bayern
como refleja el marcador, corto a mi entender, pues ambos conjuntos
dispusieron de varias para aumentar su casillero. El conjunto germano
dominaba el encuentro, no tanto por el juego de toque sino más por lo
físico, donde era infinitamente superior a su rival. El Arsenal se veía
incapaz en la presión (solo Arteta estaba por la labor) y nulo en la
subida de pelota (todavía no veo en el partido la participación de Ramsey o
Rosicky). Pero claro, era lo que había, sin Podolski para meter miedo arriba
(más que nada, por tener otro delantero) y con Wilshere lesionado, la salida de
balón, el dominio inglés, la remontada, no era más que una utopía.
A pesar
de ello, vimos un partido estelar de Mikel
Arteta (Marqués, selección ya, por favor), cuya consigna era frenar las
contras letales del Bayern, tapar a Kroos una vez recibiera en campo rival,
además de apoyar defensivamente en las zonas del balón cuando los alemanes
atacaban, y actuar como quinto central en los centros laterales, pendiente
siempre él del rechace (insisto, Ramsey nulo). Lo malo es que al pobre le duró
la gasolina hasta mediados de la segunda parte, donde vimos como el Bayern se
sentía más cómodo tocando y corriendo en vertical.
En la
cara opuesta de la moneda tenemos a Javi
Martínez. Le costó un cuarto de hora asentarse en el partido; apenas
entraba en juego, fuera de sitio en las pocas contras inglesas (véase en el
primer gol) e incluso falló en el marcaje a Koscielny en el segundo tanto
gunner. También es cierto que el juego de Bayern no le favorece, y es que no
nos engallemos, el club bávaro no es del tipo de toque al que estamos
acostumbrados, sino que basa muchas de sus oportunidades en el juego
individual, ya sea de Robben, Ribery, Kroos, Mandzukic o Muller (el mejor
ayer).
Se notaba
en los ingleses la falta rapidez y fluidez en su juego. Sin Wilshere, era Ramsey
el encargado de ello, pero solo se le vio en el primer gol, al igual que a Rosicky,
que demostró que ya le vienen grandes este tipo de partidos. Quizá tampoco
ayudó su posición (mediapunta) pues entre Luis Gustavo y los centrales
que pasaban por allí, no daba ni una. Mejoró cuando Wenger le alineó junto a
Arteta. Cazorla, excesivamente escorado, se le vio poco o nada, y es
quizá el que más acusaba la falta de fluidez de su equipo, pues cada vez que
recibía tenía encima a Lahm y Muller sumado a la ayuda con la
mirada de Javi Martínez.
Sorprendente
lo poco explotado que estuvo Alaba en el lateral zurdo, donde ni Walcott
ni Jelkinson (el ayer lateral diestro inglés) no le buscaron ni las
cosquillas, a pesar de que Robben no quería saber nada de defender. Por
cierto, el holandés parece ser que faltó el día que enseñaron el pase, porque
no levantaba la cabeza, una vez recibía encaraba al rival, aun estando en su
propio área (eso sí, saco tres amarillas a los contrarios).
Curioso
también los dos delanteros centros. Tanto Giroud como Mandzukic
estaban empeñados ayer en no pisar área rival, y moverse más por la zona de
tres cuartos. Lógico en los gunners, pues sin esa alternativa que les daba el
galo de mandarle el pelotazo y éste la bajaba y repartía de espaldas ni
siquiera tendríamos constancia de los defensas alemanes. Pero no entiendo al
croata del Bayern, que atascaba más el juego de su equipo.
Una
de las claves del choque fue sin duda la profundidad. En ambos bandos. En los
alemanes, al no querer llegar al área en muchas ocasiones le creaba contras
innecesarias que en lugar de iniciarse a 80 metros, se generaban en el centro
del campo. Por parte de los ingleses, tres cuartos de lo mismo, ya que Giroud
atraía al medio a Dante y a Van Buyten. Menos mal que Wenger se dio cuenta tras
160 minutos de eliminatoria cuales eran los problemas. El que ya hemos dicho
más el juego por las bandas para abrir el campo. Con Gervinho y Chamberlain
obtuvo más sensación de peligro. De hecho, a pesar de que el Arsenal no llegara
con tanta asiduidad a la meta de Neuer, todas sus ocasiones eran
bastante buenas, lástima que su pólvora estuviera mojada.
Una
pena que el Arsenal se quedara sin su premio final, pero es lo que tiene el no
tener esas individualidades que te resuelven un partido, y que son tan
esenciales en esta Copa de Europa.
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