Justa y merecida victoria del Sevilla anoche en el Pizjuán
ante un Granada flojo, falto de intensidad, sin ideas y sobrepasado por un
rival que recuerda al Sevilla de hace no tantos años, aquel que paseaba por
Europa como Pedro por su casa. Anquela
sorprendía con un trivote en
el centro del campo, con dos mediapuntas delante, renunciando a las bandas. No era
tan descabellado si vemos la actitud del nuevo Sevilla.
Y es que Emery les ha transmitido
a sus jugadores esa lucha y esa entrega que les hacía falta. Ahora el Sevilla
no espera atrás, sino que presiona arriba la salida del balón, obligando al
equipo rival a jugar al pelotazo. Por si fuera poco, una vez que el épico repliega,
dejan arriba a los jugadores más habilidosos, saliendo rápidamente a la contra,
como ya hacía en el Valencia. Ahí son claves jugadores como Rakitic y Reyes, mediapuntas que apoyan en todo el campo, llegando una
vez uno y otra otro. Sorprende como Reyes
se libera del yugo de jugar en banda, dejándosela al lateral (ayer Fernando Navarro) para librarle de
trabajo a Rakitic. Si a esto le
sumamos un delantero como Negredo,
que a pesar de no estar en forma, marca, asiste y crea peligro, poco puede
hacer el rival.
Sabedor de todo esto, Anquela
decidió sacar el trivote para destruir el juego creativo de Sevilla. Y le servía.
Otra cosa era a la hora de salir con la pelota jugada, y es que Iriney es todo lo buen
destructor que ustedes quieran, pero para dar un pase, ya puedo ir yo y hacerlo
mejor. Por lo menos el equipo jugaba junto, con un 4-1-4-1 a la hora de
defender, que pasaba a ser 4-3-2-1 al atacar. Algunos veréis descabellado el
planteamiento de Anquela. Yo lo vi bastante acertado, ¿por qué? Pues precisamente
por la presión arriba del Sevilla. El entrenador buscaba una segunda jugada a través
de Ighalo, cuya consigna era fijar a los
centrales (lo hizo), pararla y darla de cara o al desdoble de un mediapunta (lo
hizo), iniciar la jugada con los medios para darle pausa al juego (lo hizo), y
por último, buscarse las habichuelas (vaya que si lo hizo). Lástima que ni Orellana ni Brahimi supieran sacar partido de esto. El chileno porque no
tiene fuerza como para llegar, ni chutar; al francés, habría que ir diciéndole
que el futbol es u juego de equipo. Otra cosa es que este planteamiento saliese.
Ahí también cuentan
los jugadores, ya que ayer fueron sombras de ellos mismos (la mayoría). De hecho,
si retrocedemos meses atrás, partido de copa de Europa, Dortmund-Madrid donde ganaron los bávaros, el planteamiento
del entrenador del Borussia era el mismo: balones al único punta, Lewandowski, para que peinara a sus
mediapuntas que le doblaban (Reus y Gotze). Con un trivote para anular la creación
blanca. Esquema calcado, no así el resultado.
Mientras que arriba el Granada no carburaba, atrás se dejaba
la piel. Con un Mainz esplendido
anulando todo el partido a Negredo,
salvo en el segundo gol, su único fallo, pero que sentenció el partido. Diakhate va cogiendo el tono,
pero sigue estando muy blandito. No puede ser que Navas le gane metiéndole cuerpo,
para luego realizar una chilena al más puro estilo Oliver Aton. Nyom volvió a ser esa pantera
que corría toda la banda de arriba abajo, y hasta tuvo dos claras ocasiones de
gol delante del portero, donde la precipitación le jugó una mala pasada al
lateral camerunés (buena iniciativa de Nyom,
viendo que Reyes en defensa es
negativo). Siqueira sin embargo no estuvo
acertado, bien es cierto que le toco la pareja de baile más complicada: Navas. En la segunda parte le
dio un tirón en la espalda y tuvo que ser sustituido por Ortiz.
El partido era intenso, con claro dominio sevillista, que lo
hizo patente a la salida de un córner por banda derecha. Rakitic puso el balón en la cabeza de Kondogbia, que con esa altura solo tuvo que girar el cuello
para rematar a bocajarro hacia el fondo de las mallas que ayer defendía Roberto. Vaya tela el portero,
que parecía que le habían echado aceite en los guantes, pues no atrapaba
ninguna. Muy inseguro a la hora de salir por alto, y mal defendido un uno para
uno contra Negredo; suerte que el de
Vallecas perdonó.
A partir de ahí, el Granada se soltó la melena y empezó a
combinar más. Lástima que Brahimi
parase tanto el juego regateando sin sentido. Se veía también que el trivote de
Anquela servía para no hacer tan largas las distancias de los medios, ya que en
el anterior partido acabaron asfixiados. Anquela sustituyó a Ighalo y Nyom extasiados por Aranda
y Torje. Mal hecho, porque a pesar
de la calidad de los segundos, los primeros le ponen corazón y garra, y eso a
veces vale más. Cualquier equipo podía marcar a partir de ahí; el Granada la había
tenido en los pies de Nyom y el Sevilla
inquietaba con las internadas de Navas,
hasta que un buen movimiento de Rakitic
por la izquierda, generando el tres contra dos en banda, hizo que el croata se quedara
solo para servir un balón perfecto a la cabeza de Negredo. Segundo tanto de Sevilla y fin del partido prácticamente.
El tercero, anecdótico, fue a la salida de un córner, donde Negredo no acertó a cabecear a puerta,
y el balón parecía que se perdía más cerca del banderín de córner que de la portería.
Pero aparecía el chileno Medel,
incansable para libre de marca (Orellana
pensaba en las musarañas) anotar a placer el tercero.
Ni siquiera cuando el Sevilla dejo de atacar y morder el
Granada pudo hacer gol, y es que este equipo parece negado de cara a puerta. Suerte
que ya el partido que viene contamos con El
Arabi. Esperemos sobretodo un cambio de actitud de algunos jugadores, que
no les faltan aptitud, pero parece que no se enteran que hay que remar TODOS hacia
el mismo lado: la salvación
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